sábado, 15 de marzo de 2008
Desmadre personal
En Guatemala estamos tan acostumbrados a sentirnos víctimas de todo, eso se refleja en el miedo aprehensivo desde que nos levantamos. Sin embargo no hacemos nada por darle soluciones concretas a la violencia,tenemos el espíritu enfermo. ¿Quién nos amenaza constantemente? Parece que somos víctimas de nuestros pensamientos, que agredimos nuestras ideas más felices. Desconfiamos hasta de nuestra sombra: da la impresión de que no buscáramos la paz concreta porque nos daría el trabajo diario de pensar en algo diferente y somos costumbristas. Al final de cuentas es más fácil rumiar el pasado antes que poner manos a la obra y decidir nuestro destino como nación. La violencia es alarmante, es el pan de cada día: si no estamos dispuestos a cambiar los valores sociales es imposible que el aparato de seguridad nacional pueda hacer algo. Es imprescindible abandonar esa actitud de victimismo, que perpetúa el círculo de resentimiento y que ha dejado su sello de miedo en nuestra identidad.
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