sábado, 11 de octubre de 2008
Niños de una patria indiferente
Indigna ver niños tan pequeños en la calle pidiendo limosna. Este que hoy vi en la Calzada San Juan era de escasos cinco años. Tenía dos naranjas en las manos que le servían para hacer malabares con dificultad: las lanzaba al aire un par de veces y luego las hacía descansar en sus brazos para recoger las monedas que la gente conmovida quisiera regalarle. Dos cuadras cerca de allí funciona una "escuela abierta", allí este niño podría aprender habilidades sin necesidad de humillarse. Es realmente doloroso saber que otro ser humano lo tenga en esas condiciones de explotación y que, quienes nos conmovemos de su condición y de su carita de lástima, seamos incapaces de conducirlo hasta donde se le recibiría bien. Un sentimiento de culpabilidad asalta el saberse cómplice de la situación de nuestros niños y no seamos capaces de cambiarla. Para esos niños es el programa: para quienes necesitan alejarse del riesgo y estén en condiciones de vulnerabilidad social en esta patria violenta e indiferente
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