¡Qué joder! no tengo empleo. Estoy completa, tengo el cerebro en su sitio, por eso, trato de poner las palabras en su sitio. Nunca antes, sin empleo, me había sentido tan fuera de mí misma. Estoy entregada al arduo oficio doméstico, del que se oculta mucho y se dice poco. Todo, en este empleo de tiempo completo, tiene importancia y está destinado a ser el sostén de los valores de una familia. Incluso el progreso de cada uno de los miembros depende del orden imperante encerrado entre cuatro paredes y un techo.
En una época, cuando era niña, mi madre nos enseñó acerca de la dignidad de ser pulcro y perfecto, de merecer lo que se tiene y de tener la frente en alto porque se trabaja.
Hace un tiempo me pregunté por qué no terminaba al fin de acomodarme y creo que es porque me sentí arrancada de esa dignidad que había que ganarse, a cambio de tener más, sin siquiera haber hecho nada ... solo renunciar al resto de cosas que sé hacer. A veces pienso que es un golpe de suerte que tiene que ver con el autoestima. Parecería que la renuncia vale mucho, hablando en plata, como si en las vitrinas te dijeran que debes disfrazarte la dignidad o tirar a la basura esa prenda pasada de moda para comprarte algo que se impone. Hoy se trabaja para medir el tiempo o para matarlo; para escapar de la tentación comercial o ir directo hacia ella; para entablar relaciones o para terminarlas. A veces ya no se distingue entre trabajar para vivir o vivir para trabajar. Lo que diferencia los estratos sociales en la actualidad es el poder adquisitivo, por eso es muy fácil disimular que se está bien.
Hace un tiempo me pregunté por qué no terminaba al fin de acomodarme y creo que es porque me sentí arrancada de esa dignidad que había que ganarse, a cambio de tener más, sin siquiera haber hecho nada ... solo renunciar al resto de cosas que sé hacer. A veces pienso que es un golpe de suerte que tiene que ver con el autoestima. Parecería que la renuncia vale mucho, hablando en plata, como si en las vitrinas te dijeran que debes disfrazarte la dignidad o tirar a la basura esa prenda pasada de moda para comprarte algo que se impone. Hoy se trabaja para medir el tiempo o para matarlo; para escapar de la tentación comercial o ir directo hacia ella; para entablar relaciones o para terminarlas. A veces ya no se distingue entre trabajar para vivir o vivir para trabajar. Lo que diferencia los estratos sociales en la actualidad es el poder adquisitivo, por eso es muy fácil disimular que se está bien.
Cuando veo en la jodida situación de no tener empleo, a pesar de que estoy saludable, pienso que tengo en mis manos el único empleo que no depende de otros ni al que pueda renunciar. Definitivamente se trata de ejercer el control de lo que digo, aunque sea lo que escribo lo que diga mejor. Pareciera, entonces, que similar a mi caso, es el de muchos otros desempleados. ¿Diría entonces que la literatura que se desprende del ocio, a la vez, la pone al alcance de muchos? No. La literatura también se ofrece como muestrecitas de comida de supermercado. Se venden citas, entrevistas, se ofrecen premios que ya tienen un compromiso editorial, para poder vender un producto que no produce lo suficiente, a pesar de que las palabras están en boca de todos. Para vender un librito de poesía es peor, la poesía se considera un producto para cursis o eruditos "la poesía no vende" me dijeron un día. ¡Que jodidos! no tengo empleo pero sigo escribiendo, utilizo mi tiempo para hacer de él algo digno, para no matarlo del todo, para dejar al menos la prueba de que mi cerebro está en su sitio y porque es algo que no puedo dejar de hacer y si a alguien no le gusta lo que escribo ¡Que se joda! no puedo dejar de escribir y ¡Que jodidos!
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