Mentimos para evadir, para divertirnos, también para darnos aires de sabelotodos, en fin, cualquiera que sea la razón, lo cierto es que a los humanos nos gusta echar mano de la ficción. De allí nacen los cuentos. Sin embargo, cuando decimos "aquel es cuentero" no le llamamos mentiroso ni nos referimos al entretenimiento que otorga, recordamos lo último que inventó. Las mentiras podemos clasificarlas por colores: blancas como la clásica del perro que se comió la tarea, y negras o crueles las que conllevan intención de dañar reputaciones. Aunque a veces la consideremos graciosa no nos gusta que nos llamen mentirosos, pero eso sí, para ser buen mentiroso hay que creerse las propias mentiras.
Hacemos invenciones sobre el tiempo, mentimos sobre el pasado porque justificamos lo que hoy somos. El amor es mentiroso por naturaleza, por eso se ve bajo otra luz a quien se quiere. Si fuéramos tan reales no soportaríamos cinco minutos la ansiedad existencial. Hacemos promesas de amor eterno cuando más bullen las hormonas para después olvidarlo y digamos "no era amor" o tratamos de "inventar" el amor cada día para procurar que los idilios se alarguen.
El mentiroso inexperto o infantil ve hacia otra parte cuando habla, susurra o entrecorta las palabras. El buen mentiroso es un ser inteligenque que sostiene la mirada y aunque se le contradiga, siempre sale con otra y dice "tener los pelos en la mano" aunque minutos antes se los haya arrancado de la axila. Siempre hay quienes se inventan una de policías en circunstancias embarazosas. Cuando se dicen bien los argumentos se gana credibilidad, pero hay que practicar, intentar no reírse enmedio del discurso, respirar pausado, mirar a los ojos del interlocutor y luego exponer breve para no enredarse...no me digan mentirosa, todo el mundo sabe mentir, la diferencia es que unos lo hacen tan bien que ganan amigos y amores. Todos mentimos porque aspiramos a una vida distinta, solo hay que observar a diario cuánto cambia la actitud de la gente detrás de un traje bien planchado.
El que quiera sacar provecho, que pruebe escribirlas, tal vez, algún día gane un premio literario, porque mentir tiene que ver con la imaginación y porque sabemos que desde allí comienza la seducción de los poetas: persuasión y magia. Vargas Llosa dice que las novelas mienten pero que "mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es", que las ficciones "se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener". Nos mentimos constantemente, la memoria es una gran inventora de recuerdos falsos, los jerarquizamos y matizamos a nuestro antojo, tanto así, que la Historia está plagada de ficciones. La mentira es una segunda oportunidad de la realidad, es reescribir una historia que no nos gustó. Si todo fuera verdad, nos quedaríamos en la anécdota y el reportaje, no habría cine ni héroes, porque la exageración es un acto de ficción ante la necesidad de ajustar el traje a la medida del usuario.
La vida es una ficción que se escribe diariamente, la imaginación hace la existencia menos aburrida. Solo hay que esperar caer en la trampa y, al darnos cuenta de que el mundo se ha inventado con palabras, comenzaremos a reírnos de las deficiencias de la verdad y de nuestra ingenuidad.
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